Las mil y una noches: Volumen 3 - El encantado
En el cual Sherazade olvida que aún debe contar historias que agraden al Rey, dado que las que tiene pesan tres mil toneladas. Por eso huye del palacio y recorre el reino en busca de placer y encantamiento. Su padre Grão-Vizir se encuentra con ella en la rueda gigante, y Sherazade retoma a la narración: “Oh venturoso Rey, fui sabedora de que en antiguos barrios de lata de Lisboa, existía una comunidad de hombres embrujados que con rigor y pasión se dedicaba a enseñar a cantar a los pájaros...”. Y viendo que despuntaba la mañana, Sherazade hizo silencio.