Eduardo Guillot es un una enciclopedia del rock y del cine. Su conocimiento en estos temas lo han convertido en un reconocido periodista y crítico cinematográfico en la revista Rockdelux, la web CulturPlaza, y el suplemento Urban, del diario Levante; entre otra diversidad de medios.

 

A lo largo de su carrera ha estudiado la relación de la música con el cine y recientemente publicó un libro titulado “Sueños eléctricos: 50 películas fundamentales de la cultura rock”.

 

Llegó a Costa Rica como uno de los invitados internacionales del  CRFIC17 para ser jurado en la Competencia Centroamericana de Largometraje. Aprovechamos su visita para conversar con él sobre la profesión del crítico de cine y la relevancia que tiene dentro de las industrias cinematográficas.

Usted mencionó en una entrevista que la crítica como género tiene poco alcance y que se ha demostrado que no tiene un efecto verdaderamente vinculante a la hora que el público escoge qué ir a ver, entonces, ¿Para qué y para quién se hace crítica?

 

Esa es una buena pregunta... Yo creo que no debemos caer en el error de hacer críticas para nosotros los críticos o para los cineastas únicamente. La crítica se hace evidentemente para el lector interesado. Por otro lado es cierto que no tiene una influencia real. Podemos ver que las películas más taquilleras no son las que normalmente tienen mejores críticas. De todas formas esto no pasa solo en el cine. Los libros más vendidos son los de Paulo Coelho y la música más vendida es el reggaeton. Al público mayoritario no le importa la crítica; se nutren de otros canales de información como son los medios masivos y tampoco tiene necesidad de hacer caso a lo que diga la crítica porque se le va a recomendar una película de cuatro horas, que le va a parecer muy lenta, hablada en un idioma que no entiende y lo que quiere ver es Spiderman 18. La función de la crítica es minoritaria en el sentido que su destino es un público específico interesado en el cine desde otro punto de vista más allá del entretenimiento, en cambio hay mucha gente que va al cine para olvidarse de los problemas y para entretenerse.

 

¿Cuál debe ser la preocupación principal de alguien que aspira a escribir críticas cinematográficas?

 

Con humor te puedo decir que la primera tiene que ser no pensar que se va a hacer rico. Es un momento muy precario para la profesión, es un momento verdaderamente difícil para ganarse la vida escribiendo, ya no sólo crítica, sino periodismo cultural. Dejando de lado este tema, yo creo que el principal objetivo es ser muy honesto con lo que se escribe, lo cual es muy difícil porque en los medios a veces hay muchas presiones publicitarias y económicas  para que se escriba en una dirección o en otra. También ser consciente de que nunca se va a terminar de formar porque nunca vamos a haber leído suficiente, visto suficiente, escuchado suficiente y estamos aprendiendo cada día. En tercer lugar ser consciente que aunque lo vaya a leer el director de la película -probablemente si escribimos sobre Steven Spielberg no-  pero si escribimos sobre películas ticas, por ejemplo, sabemos que la industria es pequeña y que al final los directores van a leer lo que escribamos, y hay que olvidarse de eso; no escribimos para nosotros mismos, no escribimos para nuestros colegas aunque nos leen y es evidente que se crean diálogos, tensiones, debates entre críticos y no escribimos para los cineastas, sino para el lector.

 

¿Qué papel juega la ética periodística a la hora de escribir una crítica?

 

Estamos en un momento en que la ética periodística se fue por el sumidero y nadie sabe dónde fue a parar. Es evidente que parece menos importante hablar de ética periodística cuando hablamos de periodismo cultural que cuando hablamos de periodismo económico o político, donde directamente la palabra ética la han eliminado de los diccionarios y ya nadie tiene ningún interés en ser honesto con lo que escribe, pero yo creo que con el periodismo cultural debemos seguir manteniéndola. Tenemos que ser capaces de intentar que la ética sea uno de los principales valores con que trabajamos y de irnos si los jefes de redacción, u otros cargos por encima de nosotros, no nos lo permiten. Si nos ponemos finos en realidad la cultura está también vinculada con ideas políticas, por lo tanto la ética debería ser una de las herramientas más importantes a la hora de enfrentar una obra artística.

¿Se puede hablar de casos en donde el crítico antepone intereses comerciales a criterios personales?

Cuando el medio te impone qué escribir debes decidir si escribes o no escribes. Si se estrena una nueva película de Star Wars, por ejemplo, la distribuidora mete páginas y páginas de publicidad e invierten mucho dinero entonces el responsable de la sección puede decirle al crítico que sea benévolo con la película. Es un error pensar que un inversión publicitaria  es comprar el espacio, pero hemos llegado al final a eso; al final cuando se compra publicidad no se compran espacios publicitarios, se compran textos. Lo cual creo que es muy peligroso ¿Entonces qué sucede? Que no se practica la crítica y la aproximación periodística no es una aproximación en la que se plantea un análisis valorativo, sino que se escriben  reseñas, se cuenta un poquito el argumento, se habla de quienes  son los actores y no se entra a valorar si el director logró sus objetivos o no, si la película es fallida o no fallida. Es una manera de obviar la crítica e informar en vez de opinar.

 

El cine en Costa Rica está en surgimiento y los críticos escasean ¿Hay una relación entre el desarrollo de la industria cinematográfica y la de los críticos?

 

Los críticos somos parte del cine. Yo creo que una cosa va ligada a la otra. La crítica planteada desde un punto de vista riguroso va a contribuir a que el cine mejore, y el hecho de que haya una mejor industria va a provocar seguramente que más gente se interese en escribir. La sensación que tengo es que la situación de la crítica en Costa Rica está un poco al mismo nivel que la industria, lo cual  demostraría que todo está ligado de alguna manera. Si la Industria está creciendo supongo que la crítica también lo irá haciendo a través de los propios talleres del festival, del hecho que ya haya un edificio que las instituciones han adquirido para crear la cinemateca, es decir que todas esas cosas irán dando pasos para que se vaya consolidando una industria.

 

Hablemos ahora de música ¿Qué cambios ha tenido el papel de la música en la narrativa de las películas a lo largo de la historia del cine?

 

Con la música no es que tenga un problema pero si creo que cuando salimos a la calle no tenemos un cuarteto de cuerdas que nos persigue poniendo violines. Me gusta mucho los directores que solo utilizan la música diegética, es decir, la música  que suena en la película porque alguien pone la radio o va a un concierto. Me gusta ese cine porque creo que con el paso del tiempo la música y las bandas sonoras, sobre todo en la narración hegemónica del cine en Hollywood desde la época clásica hasta hoy, se han convertido en una manera de subrayar emociones y sentimientos de personajes de una manera muy artificiosa o incluso manipuladora. Los violines en momentos emocionalmente intensos parecen un rotulo que dice “llore aquí”. Por otro lado, hay bandas sonoras absolutamente gloriosas que han redimensionado una película. Resulta muy difícil imaginar El Danubio Azul de Strauss sin pensar en la estación espacial del 2001: Odisea del espacio, o el principio de Trainspotting con Lust for Life de Iggy Pop, es imposible escucharla sin pensar en los junkies corriendo por la calle.

 

Usted ha mencionado una dualidad entre rock y cine...

 

El Rock coincide con el cine en que es cultura e industria y que se desarrollan en una sociedad como la estadounidense totalmente capitalista por lo tanto son conscientes de que la cultura es un producto que se puede comercializar y vender. Cuando aparece el rock está encantado de conocer al cine y viceversa; el cine puede hacer películas donde aparecen los músicos y ayudar a vender discos y los músicos se promocionan a través de salir en las películas y llevar gente a las salas de cine. Ha sido una relación utilitaria que de hecho en los años 50´s fue una relación meramente  promocional en función de vehículos propagandísticos para los artistas que salen y sus compañías de discos, ya en los 60´s la cosa cambia porque hay directores  y músicos que se aproximan al cine desde otras perspectivas y se empiezan a hacer películas realmente valiosas y a partir de ahí el cine se ha acabado convirtiendo también en un manera más de explicar el rock porque deja de ser un vehículo propagandístico. Martin Scorsese ha hecho películas rock, Jim Jarmusch, Jonathan Demme... la lista es infinita de directores de peso en la cultura del cine que se han aproximado a la cultura rock, lo que quiere decir que evidentemente hay elementos de interés para aproximarse a ella más allá de la propaganda.