Gema Juárez de la productora argentina Gema Films fue invitada al Costa Rica Festival Internacional de Cine 2017 para facilitar herramientas, en el marco del Taller Campus Latino, a productores centroamericanos y del Caribe para la consecución de sus proyectos cinematográficos.

 

Juárez expresó su entusiasmo ya que casi todos los proyectos consiguieron financiación: “ver que ese trabajo, un poco de hormiga, que a veces uno siente que no progresa, y que otras veces algunos proyectos se transforman y florecen, ese trabajo de hormiga es muy necesario en una región”.

 

Precisamente ese trabajo de tenaz y aguerrida hormiga lo aplican Gema y sus colegas en Argentina, quienes se mantienen en alerta debido a un decreto del Presidente Mauricio Macri que derogó aspectos centrales de la Ley de medios, diseñada y sancionada durante el kirchnerismo.

¿Cómo han sido estos diez años o casi diez años de labor con tu productora Gema Films?

 

Yo empecé primero sola y Alejandra (Grinschpun) se unió hace unos seis años. Luego de iniciar produciendo sobre todo documentales, hace unos pocos años nos abrimos un poco también a la ficción, que al principio fue una experimentación, y después nos dimos cuenta cómo podíamos hacerlo. La verdad lo hicimos muy bien; hicimos dos películas que fueron muy exitosas, una con más público, la otra como de premios de festivales. La idea siempre fue construir una línea editorial con una visión autoral muy fuerte que en Latinoamérica realmente es difícil, es un desafío enorme porque son muy difíciles de financiar y distribuir, sobre todo en los últimos años porque la ventana cinematográfica se está cerrando mucho. Los exhibidores no están muy abiertos a propuestas que no son más comerciales o que tienen más potencial de público, entonces nosotras siempre buscamos financiar las películas con fondos internacionales y creo que el 80 u 85 por por ciento de las películas fueron todas coproducciones internacionales. Hoy en día estamos trabajando desde hace varios años siempre con los mismo socios, pues en general coproducimos con Holanda, Alemania...

 

Gema Films tiene una carpeta de historias muy diversas, un abanico temático amplio. ¿Quiere decir que no tiene una línea específica, un nicho?

 

Me gusta pensar que nuestra búsqueda de proyectos y los que escogemos, es más por los directores que los temas, porque lo que me da más satisfacción es ayudar a contribuir a que un director desarrolle su visión. Realmente me interesa la escritura cinematográfica más que una temática. Obviamente que también tiene que ser una temática que me interese, pero no es que hay ciertos temas por los tengo interés, en realidad tengo interés por la humanidad. Hay temas que quizás, como ahora que estamos terminando un documental que se llama Teatro de Guerra, que antiguamente se llamaba Veteranos, de una dramaturga Lola Arias, que es para mí una de las artistas más interesantes de la Argentina, y cuando ella vino a proponerme el proyecto sobre memoria de los veteranos de la guerra de las Malvinas. La verdad que a mí no era un tema que me interesara mucho pero realmente la visión , la propuesta estética, que ella tiene es tan descabellada y la puesta en escena. Ella tiene un trabajo interesantísimo de construcción de la película con los mismos protagonistas y de búsqueda de cómo recuperar esas memorias y de alguna manera exorcizarlas que a mi me enamoró completamente ese proyecto, que ya lo terminamos y lo estrenamos ahora en febrero.

 

Ustedes logran ubicar sus obras en circuitos de festivales como Berlinale,   Rotterdam, San Sebastián, Busán, Venecia… ¿Cuál sería una recomendación para  circular en estos espacios?

 

En Costa Rica ha habido un crecimiento en los últimos años, hay una presencia. Siempre que voy a un festival veo propuestas interesantes de Costa Rica. Ahora también una película que se llama Medea, muy muy interesante de Alex Latishev. El primer consejo que uno tiene que dar es hacer buenas películas, la calidad cinematográfica, narrativa y uno como productor intentar brindarle todo a los proyectos, todos los recursos y las condiciones que uno pueda darle a los directores en términos de tiempo, técnicos, artísticos, colaboradores. Las peliculas demoran mucho en hacerse y uno demora mucho en financiarlas. Es una negociación. Me parece que el productor creativo tiene un rol fundamental en esto de construir una buena película y no salir a filmar cuando el guión todavía no está pronto, que me comentaban que tal vez la parte de guión que hay trabajar mucho acá en Costa Rica. Hacer los mejores talleres en los que se puede realmente tener un feedback que sea útil para el desarrollo del proyecto. Algo muy importante es contactarse con la gente, salir al mundo, hacer contactos, saber quiénes son los programadores. Conocer los festivales, conocer las secciones de los festivales para saber qué perfil tiene cada uno, conocer los gustos de los programadores. Cuando uno empieza quiere ir a todos los festivales (Cannes, Berlín, etcétera), después uno va conociendo a los programadores y eventualmente desarrolla una relación de amistad, de a poco va entendiendo y mejorando su puntería. Inclusive cuando uno comienza el proyecto ya piensa en cuál festival puede mostrarse.

 

¿Eso puede ser una trampa… producir para gustar y no para ser honesto con el proyecto?

 

Yo no creo que uno tenga que producir para gustar, pero sí encontrar un lugar a la película. Porque también la película se completa cuando es vista y cuanto más relevante el lugar en el que uno empieza con una película, mejor será el recorrido posterior que una película tenga en festivales. Si uno empieza en un festival muy chiquitito en cualquier lugar es muy difícil que después, o imposible, que Berlin tome una película. Si bien hacemos las películas porque tenemos una necesidad, porque tenemos que realizar una visión y es nuestro gusto, pero debemos saber que el gusto de los festivales también es muy diverso y amplio.

 

Sobre el taller que diste en el CRFIC, ¿cuál es la orientación que tenía, el objetivo y qué te encontraste?

 

El taller que estuve dando se llama Campus Latino, que está patrocinado por el  Institute Goethe de México. Es la segunda edición, y es muy interesante porque plantea una formación integral de productores y está destinado a productores centroamericanos. Trabajamos con diez proyectos de productores desde Panamá hasta México, con gente de Panamá, Costa Rica, Honduras, México, República Dominicana y Cuba. Son cuatro encuentros a lo largo de un año y medio, en los cuales desarrollan un proyecto cinematográfico, una película, y es lindo ver que ya casi estamos terminando, porque casi todos los proyectos consiguieron financiación: el proyecto costarricense recibió apoyo de El Fauno; nos enteramos que dos de los proyectos mexicanos recibieron el apoyo de Soprocine. Ver que ese trabajo, un poco de hormiga, a veces uno siente que no progresa, otras veces algunos proyectos se transforman y florecen, pero ese trabajo de hormiga es muy necesario en una región. En muchos países de Centroamérica (Costa Rica no es el caso) no hay escuelas de cine y también que la formación del productor es algo que no se aprende, uno en la escuela de cine por lo general aprende a ser productor de línea y no productor creativo o productor ejecutivo. Realmente para mi fue muy gratificante y les estoy muy agradecida también porque es un desafió.

 

En el último año, el sector audiovisual y cinematográfico en Argentina ha sufrido una serie de golpes. Pensando en la ley que tenían que es considerada ejemplar y que está siendo revisada por el gobierno de Macri, y que están perdiendo los avances logrados, ¿qué debemos aprender de ese proceso tan duro?

 

Creo que lo que tiene uno que aprender es que uno nunca tiene que dar por sentadas las cosas. La ley de cine fue una conquista del sector cinematográfico argentino del año 94, y se mantuvo inclusive en los peores gobiernos liberales (de Menem y todos). Fue una práctica de fomento que se mantuvo a lo largo del tiempo. Y lo que está pasando ahora, no es específicamente que están cambiando la ley de cine, sino que están cambiando la aplicación de algunas reglamentaciones que dificultan enormemente a los productores financiar los subsidios. Quien no es millonario, tiene contratos con inversionistas o financistas, no puede hacer cine. Por ejemplo, antes nosotras teníamos créditos del mismo Instituto de Cine, y ahora esos créditos se dejaron de dar, y nos mandaron al sector bancario, que en un país como Argentina que tiene una inflación del 22 por ciento, y una tasa de interés del 45 por ciento anual, es imposible. Están amordazando al sector. Hay un malestar enorme, que es lamentablemente en relación a todos los sectores sociales y culturales, toda la cultura se está viendo afectada. Pero Argentina es un país con gente como muy combativa y muy activa políticamente, es un país donde la gente realmente participa de las luchas y las conquistas sociales, y creo que en algún momento vamos a poder revertir la situación; porque no es sólo por el cine, no es sólo por las películas, sólo por contar historias, si no también porque es una fuente de trabajo para muchísima gente. Entonces es algo por lo cual hay que seguir luchando y reconquistarlo. No hay mal que dure cien años.