La directora iraní Rokhsareh Ghaem Maghami conoció a la protagonista de su documental Sonita a través de una prima trabajadora social, quien le pidió conseguir un maestro de música para la migrante indocumentada afgana, cuyo sueño era ser rapera.

A lo largo de varios encuentros se fue enterando sobre su vida, sobre la tradición en Afganistán de vender en matrimonio a las mujeres adolescentes.

Para la cineasta, Sonita es un ejemplo de una mujer en esas circunstancias que tiene un sueño, una ambición. “Una buena protagonista es aquella que tiene una meta en su vida”, dice Ghaem Maghami.

Al inicio, la temática del documental versaba sobre estas inmigrantes sin papeles que son rechazadas por las escuelas, que son discriminadas y que no tienen futuro; sin embargo, luego de empezar a rodar, Ghaem Maghami se enfocó en el matrimonio forzado, ya que para la realizadora, “una película no puede tener varios enfoques a la vez; aunque los demás elementos están presentes, si pierdes el foco, pierdes la historia”.

¿Sonita se fortaleció como persona durante el proceso de filmación?

Sí, es que filmamos durante tres años, lapso importante en la vida de una adolescente. Probablemente se sintió inspirada por mí, mi vida y amigos. Además fue aceptada como afgana por las maestras en la escuela, y por mí y mi grupo de amigos. Asumo que esto le dio seguridad en sí misma.

¿Se sintió empoderada?  

Sí, ella veía que la vida de las mujeres iraníes no es ideal, pero es mejor que la vida de las mujeres afganas y aunque aún tenemos problemas, limitaciones y restricciones, no puedes comparar la vida de las mujeres de la clase media iraní con la de una mujer afgana.

Usted intervino directamente en el curso de la historia, ¿por qué tomó esa decisión?

Porque su mamá llegó y quería llevársela. Fue una decisión difícil, ya que luego de un año y medio de filmación finalmente tenía una buena historia, y como realizadora eres más feliz cuando la protagonista está en problemas (risas). Es la verdad, ¿cuál es el punto de que no pase nada? Por primera vez Sonita estaba en un verdadero problema y yo me sentía feliz; pero a la vez sentí que si algo le pasaba a ella por $ 2,000, era una pena. Existe esta discusión de qué es más importante, si la gente o la película, si Sonita era más importante o mi filme, y traté de encontrar una solución en la que no tenía que sacrificar una cosa por la otra. No quería perder mi filme ni dejar a Sonita sola. Entonces decidí aparecer en la película y ser transparente, y ser uno de los personajes. El equipo de filmación tenía esta hipótesis de que la mamá de Sonita había inventado la historia de querer casarla en Afganistán para poder sacar dinero de nosotros porque suponía que éramos ricos por tener cámara, etcétera.  A mi esta versión no me importó, porque aún cuando no tenía un marido que la esperaba, igual se la llevaría de vuelta a Afganistán, y esto era muy malo para Sonita. Aunque pensé que probablemente la mamá de Sonita nos estaba extorsionando, había un riesgo de que se la llevara. La familia no estaba contenta de que Sonita viviera sola en Irán, sin un hombre, sin supervisión. En Afganistán, el precio de una muchacha tiene un vínculo directo con la virginidad, en este caso no necesariamente física, sino en el sentido de que no debería haber ninguna historia sobre ella. No tiene que haber una duda sobre ella ni haber sido vista en la calle con un hombre, la gente no debe saber que hablaba por teléfono con su novio. Estas cosas no son buenas para tu reputación.

¿Qué impacto tuvo esta decisión en Sonita y la familia?

La mamá simplemente tomó el dinero, porque no puedes esperar algo complejo de la gente que vive en un nivel de supervivencia. Sonita se quedó con nosotros seis meses más, y tuvimos la idea de grabar el videoclip con su canción sobre las muchachas que son vendidas para casarse y así termina el documental.

¿Cómo es para una mujer producir y dirigir en Irán?

Tal vez te sorprenda, pero no es difícil y tenemos muchas cineastas, aunque tenemos mucha censura y ya eso lo hace difícil, así como la ausencia de presupuesto y muchas restricciones. De cada cuatro películas -documental y ficción-, una es realizada por una mujer; es un porcentaje alto, el 25%. Claro, que si eres de una familia de clase trabajadora y conservadora  será difícil trabajar en el área artística, pero hay una clase media muy grande en Irán. No es más difícil para las mujeres que para los hombres, si naces en la familia correcta.

¿Hay espacio para mostrar este tipo de películas en Irán?

En general para los documentales tenemos problemas. Dicen que los cineastas hacen sus películas y luego se las muestran a sí mismos. La televisión no está muy interesada en mostrar documentales. Recientemente, las salas de cine comercial dan una porción a los documentales y a las películas artísticas, que solo los ve una élite.