La realización de la película A Dragon Arrives del director iraní Mani Haghighi se abordó bajo la premisa de distinguir entre ficción y vida real, y de encontrar dos estrategias para representar estos dos aspectos de la vida para finalmente fundirlos.

Haghighi comenta que visualmente necesitaba que ciertas imágenes se vieran muy reales y otras que fueran como un sueño.

Del mismo modo, en términos del sonido, que algunos fueran completamente reales y parecidos a los de un documental y otros en cambio, no se pudiera identificar el origen ni qué eran, “que fueran como sonidos oníricos”, precisa.

“Teníamos cuatro instrumentos distintos para hacer este filme, y tuvimos que separarlos con mucho cuidado, y mezclarlos para que el público no pudiera distinguir realidad y sueños”.

Para Haghighi, ese es el motor que hace a la película interesante, cuando se falla en saber cuál es la realidad y cuál es la ficción.

El proceso de escritura duró varias semanas tras diez años de recoger insumos, ¿cómo llegó a esta historia?

Al inicio esta era una película sobre el descubrimiento de algo extraño debajo de un cementerio y sobre unos cineastas que iban a ver qué sucedía. Eso no me satisfacía y me tomó mucho tiempo entender por qué. Y la razón era que quería hacer una película sobre una criatura fantástica, pero si estaba planteada en la actualidad no podía hacer la fantasía lo suficientemente poderosa. Cuando me dí cuenta que se iba a ubicar en el pasado, como una fantasía que pertenecía al pasado, entendí que iba a ser más fantástica y rara. Cuando tomé conciencia de que esta historia se plantearía como si hubiera pasado hace 40 años supe cómo hacerlo. Entonces, me senté un día -estaba viviendo en Praga y tuve dos semanas libres- y me dije a mí mismo: “aquí hay una prueba: me pregunto si la puedo escribir en dos semanas”, y lo hice. Pero eso fue posible sólo porque tomó mucho tiempo, diez años, de pensar en estos personajes y todas estas cosas para reunirlas. Es como le toma a un niño nueve meses para formarse pero solo unos minutos para salir.

Sobre las intenciones que carga el misterio de la película, ¿cuál es el sentimiento que planeaba dejarle al público?

Trato de demostrar cuán fácil es para la audiencia, para la gente en general, creer en algo que es fundamental y completamente increíble, esa es la cuestión principal. El objetivo de la película es mostrar que está basada en una historia real y a partir de una pequeña mentira se puede tener lo que parece ser metraje de un documental de gente investigando cosas y eso es lo que se necesita para pensar que es verdadero. Es muy fácil construir algo y hacer que la gente piense que es verdad. Esa es la principal fuerza de la película: mostrar que es fácil confundir ficción con hechos reales, es fácil creer en cosas que no son verdaderas y que vives en un sueño porque nunca sabes qué es real y qué no.

La producción que requirió el gran barco y trasladar el set de grabación, ¿que implicó?

Lo que impresiona principalmente en términos de imagen es el desierto, que existe y no tenía que hacer nada al respecto, solo teníamos que escoger el lugar perfecto y eso tomó algún trabajo porque es amplio el territorio y teníamos que recorrerlo. Segundo, teníamos que construir el barco, que fue una locura hacerlo porque tenía que hacerse en tierra seca; fue muy extraño no construirlo en el mar, y teníamos que levantarlo y moverlo constantemente, lo cual tomó mucho tiempo, y fue difícil pero no imposible. Los otros dos elementos fueron las locaciones interiores que las construimos todas. Lo que sí fue muy importante para mí es el diseño del vestuario, que fue crucial en esta película, porque fueron los trajes lo que realmente hizo que pareciera que ocurrió en el pasado. Pero a la vez no quería que se viera como una de esas típicas películas históricas, entonces hay elementos de la modernidad en el vestuario, por lo que no sabes en qué época se ubica si en el pasado, por qué se visten de esa forma.

Sobre el antecedente político e histórico, ¿cómo lo recibió el público iraní?   

Las referencias que hace la película a la historia son muy oscuras, no es que necesitas ser iraní para entenderlas; los iraníes no saben sobre esto tampoco. Son eventos oscuros que tuvieron lugar que no son muy reconocidos. Por ejemplo, la novela sobre la cual hablamos al inicio de la película, muy poca gente la ha leído; si la hubieras leído, sabrías que es una novela históricamente importante; o sobre el asesinato del primer ministro del que hablamos al principio del filme, muy pocas personas lo recuerdan; estos son pequeños detalles sin importancia, solo están ahí para hacer sentir que es una historia real.

Usted define a la película como surrealista, ¿cuáles son sus referentes para imprimirle ese estilo?  

En realidad es una idea general sobre el surrealismo, mediante el cual se pretende expresar lo que está presente de los sueños en la realidad. Es una expresión onírica de la realidad. En el surrealismo se experimentó mucho con drogas, con la escritura basada en los sueños, así como con la forma automática de la escritura en prosa, de lo que se les venía a la mente sin ninguna lógica, y estas son distintas formas de ir más allá de la realidad presente y encontrar lo que está detrás.