Por Kattia Barrientos del Laboratorio de crítica y periodismo cinematográfico CRFIC16

Abrázame como antes (2016), escrita y dirigida por el costarricense Jurgen Ureña, es la primer película centroamericana en la que actrices transgénero asumen un rol protagónico. Si bien Ureña rehúye del calificativo “primer”, es un hecho que, tanto por la premisa del guión, como por la elección de las actrices, el filme se constituye en la primera obra cinematográfica que incluye y visibiliza a esta población marginada.

La historia de Ureña inicia cuando Verónica (Jimena Franco) conoce de manera fortuita a Tato (Camilo Regueyra) y decide llevarlo a su casa para que se recupere de una lesión en la pierna. El hecho desencadena en ella reflexiones en torno a la dinámica familiar construida desde su marginalidad, pues cuando la familia sanguínea desaparece, las relaciones afectivas por elección se convierten en el espacio seguro para la vida cotidiana.

Verónica ejerce como prostituta durante las noches y es en ese ambiente donde se convence que “todos necesitamos un ángel”, por lo que no resulta extraño que antes de Tato, haya dado su voto de confianza a Greta (Natalia Porras), una joven prostituta, la cual también llega a su casa producto del azar.

Así, Ureña explora las relaciones de este “triángulo familiar” por medio de una puesta en escena binaria: por un lado, la casa y sus interiores, donde la paleta de colores es cálida y saturada de objetos para dar una atmósfera hogareña; y por otro, la calle, donde la ambientación está hecha con colores grises, para destacar los  trajes coloridos de las prostitutas, que evidencia su condición de exclusión social: ellas son “lo raro y diferente”.

El guión también transcurre de manera dual: breves escenas de diálogos construidas con primeros planos y abundantes planos abiertos de los soliloquios “mudos” de sus personajes, cuyas reacciones físicas son las que hablan al espectador. La secuencia es rota por el interludio musical del reconocido transformista Thalaya (José Antonio Umanzor), cuyas canciones son el canal para expresar los silencios de Verónica y darle voz a Greta.

De esta forma, si bien Abrázame como antes se constituye como un sólido primer esfuerzo por iniciar un diálogo necesario en torno a los desafíos que enfrenta la población transexual.  No hay que olvidar que está construido desde una ficción en la que las actrices, si bien son transexuales, no necesariamente representan la generalidad de toda la población a la cual pertenecen, pues al fin y al cabo, actúan.