Por Orlando Morales Carrillo

La experimentada documentalista estadounidense Pamela Yates, cuya filmografía abarca numerosos temas de derechos humanos y restauración de la memoria histórica, ha convencido con su más reciente trabajo, 500 años, que trata acerca de la lucha de los pueblos indígenas ixiles y la sociedad guatemalteca contra la corrupción sistemática y el olvido cotidiano del genocidio. 

El documental plantea hábilmente que el fracaso para procesar al dictador Efraín Ríos Montt, en vez de traerse abajo el deseo de justicia de la sociedad guatemalteca, se convirtió en la posibilidad de construir algo más grande que no existía antes: una comunidad de lucha organizada y de consciencia política. 

El tratamiento de los personajes también explora esta idea de trascendencia de lo particular a lo universal, pues comenzamos enfocados en las distintas luchas y sufrimientos de tres distintos activistas, y posteriormente descubrimos que su aspiración se encuentra enmarcada dentro de una batalla más grande, que solo puede ser librada en conjunto por las distintas fuerzas de la sociedad. 

La directora sorprende por su capacidad de adaptar el documental a las circunstancias cambiantes de la crisis política en Guatemala y de ir reencontrando nuevos nudos y conflictos, con nuevos actores de diversos movimientos. 500 años es, por todo esto, un testimonio necesario para otros pueblos que aún padecen la opresión sistemática de las viejas élites; nos muestra cómo, desde la desesperanza y el dolor, se pueden volver a articular los hilos esenciales de la memoria para evitar repetir el pasado.