Tanta agua
Desde el divorcio, Alberto ya no pasa tanto tiempo con Lucía y Federico. Los tres salen hacia un centro de aguas termales para unas breves vacaciones. Siempre entusiasta, Alberto trata de que nada arruine sus planes. Pero las piscinas cerradas por tiempo indeterminado y las miradas reprobatorias de sus hijos hacen que pierda el control. Rápidamente los ánimos se vuelven más susceptibles y el clima más pegajoso. Mientras tanto, la lluvia sigue cayendo y la casa que Alberto alquiló parece ir haciéndose cada vez más chica.